lunes, 30 de abril de 2012

EL MONUMENTO A LOS FUSILADOS DE ENDARLAZA



El 6 de octubre de 1907, mediante suscripción popular de liberales guipuzcoanos y navarros, fue inaugurado el monumento que a orillas del Bidasoa, y junto al puente de Endarlatza recuerda el fusilamiento de fuerzas republicanas por carlistas bajo el mando del cura Santa Cruz el 4 de junio de 1873. En este acto participó Santiago Benavides único militar carabinero superviviente del ataque.

En esa fecha cerca de 200 carlistas, con la ayuda de un cañón atacaron a los 36 carabineros y a sus familias que estaban en el cuartel de Endarlatza, los cuales y después de batirse durante seis horas acordaron unánimemente rendirse. En el momento que salían del cuartel con una bandera blanca sufrieron disparos por parte de la partida del cura Santa Cruz que se encontraban en la parte posterior del cuartel y que difícilmente podían ver lo que pasaba enfrente. En esta confusión Txango Bertsolari, amigo íntimo del Cura, murió a consecuencia de la descarga que algunos de los carabineros de Endarlatza realizaron, sin saber que sus compañeros habían sacado la bandera blanca cuando los de Santa Cruz salieron a pecho descubierto. 

La repercusión que tuvo esta muerte queda reflejada en el testimonio de cinco desgraciadas mujeres de los carabineros difuntos. Relataron que ellas mismas suplicaron al cura Santa cruz que perdonase la vida a aquellos desgraciados veteranos, casi todos padres de familia, y que les contestó que solo serían prisioneros en Peña Plata, a donde los llevaban , pero las intimó a que inmediatamente se marchasen, y desconsoladas partieron hacia Irún. A los pocos minutos oyeron descargas de fusilería, en vista de lo cual volvieron apresuradas y se encontraron sobre la carretera una línea de cadáveres en dos o tres grupos entre ellos abrazados; que a sus gritos y ayes los carlistas contestaron que si no se marchaban de allí inmediatamente iban a hacer otro tanto con ellas. 


“El Comandante de Carabineros de Guipúzcoa en la 2ª Compañía, envía relación nominal de los individuos de esta Compañía que fueron muertos en el puente de Endarlatza el día 4 de Junio, en la forma que se expresa: 28 fusilados después de prisioneros. 
2 muertos en la lucha fuera del reducto.
3 ahogados al pasar el río.
1 muerto en la lucha dentro del fuerte.
1 quemado en el fuerte después de herido.
En total 35: 1 teniente, 2 sargentos, 2 cabos, un corneta y tropa. El Ayuntamiento de San Sebastián, para aliviar la situación de las familias de los 35 carabineros asesinados por los carlistas en Endarlatza, el día 4, abre una suscripción popular el día 11, encabezada por el Ayuntamiento".

Su inauguración siendo un acto muy concurrido, fue el inicio de otros que a lo largo de 29 años se vinieron sucediendo y que duraron hasta la sublevación de Franco. A destacar la parada y desfile militar que en el año 1924 se tributó en honor a los fusilados republicanos. 








El monumento original a lo largo de estos años ha sufrido varios emplazamientos, motivados fundamentalmente por las reformas realizadas en la carretera que une Bera con el puente de Endarlatza, situándose en la actualidad la placa monumento fuera de su localización original. Las diversas obras realizadas han ocasionado un cambio sustancial del paisaje y entorno arquitectónico, destacando la desaparición del antiguo cuartel de carabineros. 

Desde su inauguración varios fueron los intentos para suspender los homenajes que convocados por el ayuntamiento de Irún y apoyados por la Diputación de Guipúzcoa se celebraban en su aniversario. Ya en el ayuntamiento de Irún consta que desde las filas carlistas se intentó boicotear estos sentidos actos: 

“A consecuencia de haber dicho los concejales carlistas, en la sesión del sábado, que los carabineros fusilados por el cura de Santa Cruz en el puente de Endarlatza fueron unos traidores, se han reunido hoy los jefes y oficiales de esta Arma, pidiendo explicaciones. 

El alcalde convocó inmediatamente a sesión extraordinaria para esta tarde. Al acto asistieron los jefes y oficiales de la Comandancia de Carabineros, del Ejército y numeroso público. 

Retractación. 

Los concejales se retractaron del ultraje, retirando cuanto pudiera resultar ofensivo para el instituto aludido. Surgió el incidente por haber sido presentada en la sesión del sábado una proposición diciendo que el Ayuntamiento acordara tributar un homenaje el día 4 de junio, fecha del aniversario, en memoria de los fusilados, depositando una corona en el monumento levantado en el sitio del fusilamiento, y fue acordado por mayoría.” (La correspondencia de España, 31/mayo/1910)Irún 

A partir del año 1936 por mandato de las fuerzas carlistas que comenzaron a gobernar en la Comarca del Bidasoa se suprimieron todos los actos de homenaje que anteriormente se celebraban con regularidad. 

De las ganas que se tenía por hacer desaparecer este monumento queda constancia en el artículo del lesakarra Eladio Esparza que se publicó el 16 de agosto de 1936 en el Diario de Navarra: 

“Me dicen que está en Pamplona una lápida dedicada a los carabineros que fusiló Santa Cruz en Endarlatza. La noticia es satisfactoria en extremo. Aquella lápida era sencillamente un ultraje a la historia, mejor dicho, un ultraje a la verdad. Yo no digo que estuviera mal ni mucho menos una piadosa recordación a los fusilados por parte de sus compañeros. No voy por ahí, porque no debo ir por ahí, que es jurisdicción sentimental de clase o compañerismo. 

Para la lápida del monumento al pie del monte Endarlatza tenía una significación patente del cónclave en toda aquella zona navarro guipuzcoano, cónclave falso, cónclave de historia podrida y envenenada que ahora es el fruto inevitable de maldición madurado de aquellas simientes, se están extirpando con sangre de héroes de la tierra española. 

Lo de Endarlatza fue una traición manifiesta que no pudo ser reprimida más que por la última pena. Se levantó en el fortín la bandera blanca, símbolo de la paz y se buscó con la paz la enorme alevosía de martirizar a las gentes de Santa Cruz, cazándolos con engaño. Santa Cruz lo que no perdonaba era la traición, ni en los suyos, ni en los enemigos. Y esta verdad se ocultó, se falsificó en aquella lápida a la que otorgaron categoría de reparación y de homenaje debido a los mártires. Los traidores jamás pueden ser mártires ni héroes. Los traidores no son más que traidores. ¡Y ya es bastante!. 

Y en torno a aquella lápida estaban las gentes desafectadas a la España católica y tradicional, autores de esta horrible hecatombe. ¡Bienvenida sea esta lápida a esta purificación que recibirá indudablemente en Pamplona! E.E." 

Aurelio Gutiérrez Martín






sábado, 7 de abril de 2012

EL INCENDIO DE BERA POR LOS FRANCESES Y EL SEÑOR DE ALTZATE EN 1638 SEGÚN MORET.



El historiador Joseph de Moret, cronista de Navarra desde 1654, cuenta en su obra Empeños del Valor y Bizarros Desempeños o Sitio de Fuenterrabía (Pamplona, 1763, pp. 61-63) el ataque de los franceses a Bera y el incendio posterior en 1638 en el contexto de la guerra entre la monarquía francesa y la monarquía española. Su relato es el siguiente:

“En todas partes empezaban la guerra los Franceses con buen pie; porque casi a la misma hora, en que rechazando a los Españoles defendieron a Pasages, con igual felicidad sitiaron, y cogieron a Vera, que es un Lugar, que está dentro de los límites de Navarra. No está bien aberiguado, si los Franceses hicieron esta intentona con mayores humos de pasar adelante las armas, y de guarnezer dentro del Reyno de Navarra algún lugar, para distraer así la guerra, porque saqueando, y pegando fuego, lo desampararon luego. Por más verosímil se tiene, o que extendiendo el terror con estas embestidas, pensaron, que las tropas auxiliares de Navarra se detendrían por el mal, que en casa amenazaba; o que habiendo de pasar allá (porque por Vera es el camino más breve) quisieron incomodarles este alojamiento: o finalmente con esto tiraron a facilitar los comboyes para sus Reales en lo de Fuenterrabía; porque Vera, que no dista de Fuenterrabía, sino unas onze millas, y está a la otra parte del río Vidasoa, domina al campo de Labort, muy a propósito para escaramuzas, y por donde se transportaban todas las cosas necesarias a los Reales: fuera de que los que guerrean, hacen cuanto hay que hacer, con esparzir la guerra por todas partes, arrasar las tierras cercanas, y aumentar al enemigo los daños. El día, pues, diez y seis de Julio juntando el Duque de San Simón seis mil infantes, y quinientos Caballos de la tropa, que dije habían puesto los Franceses en los confines de Navarra al principio de la guerra, acompañado del Marqués de Rocalao, del de Puyana, del Señor de Ortubia [también señor de Altzate, en la misma Bera], y otros Nobles, dividiendo el exercito en dos columnas, embistió a Vera. Para rechazar tan vigorosa invasión, de todos modos estaba Vera sin fuerzas. Lo que es el Lugar tiene las casas contiguas, y unidas entre sí, de suerte, que se puede hacer cincunvalación en él; pero los caseríos, que son muchos, están separados, y muy distantes uno de otro, al modo que los habitadores de tierras de montaña los suelen edificar en los parages, que se extiende alguna llanura, y convida el campo al cultivo. Solo el Lugar dizen, que es de doscientos vezinos, que reciben el pasto espiritual en sola una Parrochia. A todo el partido de las cinco Villas, en cuyo número entra Vera, defendía Don Fermín de Andueza, pero con poca gente; repartida ésta en muchos Lugares: y aún no le habían acudido de Pamplona socorros mayores. Solo eran trescientos hombres de tropa repartidos en tres estandartes. Otro tanto sería el número de los habitadores, gente buena para la guerra tanto por su continuo manejo de armas contra los comarcanos, como porque el huir era a costa de sus bienes. Y de aquí nació la discordia de sus dictámenes, al acercarse el enemigo. Como Andueza estaba prevenido por el de Vélez, y Redín, de que guardase el Puente, y estorvase a los Franceses el paso del río, reputaba esta diligencia por principal, y casi única. Pero los Paysanos, los más de los quales viven a la otra parte del río, llevaban a mal el dexar sus casas a discreción del enemigo, y más con ferocidad, que con cordura clamaban, que se debía probar fortuna con las armas: y como este género de gente es tropa menos obediente, y más libre, sin esperar orden ninguna, cogieron las armas, y saliéndose del Lugar, no pararon asta hacer rostro al enemigo, que ya había pasado los límites del Reyno: y emprendiendo frequentemente algunas leves escaramuzas, en donde el camino estaba más áspero, y encontraban comodidad en alguna selva cercana; retardaron sí la marcha del enemigo, pero no se la imposibilitaron. En uno de estos ataques hizo un muchacho de Vera una cosa grande, y superior a su edad; quien habiendo acompañado a su Padre con armas nada proporcionadas para pelear, poniéndose cara a cara del Esquadrón Francés en la entrada de un bosque, habiendo reparado en el porte de un Ayudate mayor, disparó una escopeta, y lo mató de un balazo, lo que hizo a los Franceses prorrumpir en un clamoroso alarido. La tropa arreglada a instancias del Gobernador acudió al Puente: y aunque el Capitán Don Martín Bayo, Caballero de la Orden de Malta, había encaminado ya hacia el enemigo los soldados de su Compañía armados, y puestos en orden; se retiró en cumplimiento de la orden del Gobernador. Flacos de fuerzas los naturales, aunque acometiendo frequentemente a los costados, y a la vanguardia, pero retirándose inmediatamente, porque no los atajase la Caballería; finalmente fueron rechazados asta el Puente. Quedando de este modo indefenso el Lugar, apoderado de los Franceses, arrasaron a hierro, y fuego todo lo que está a la otra parte del río Vidasoa. Al Templo tuvieron respeto. Hubo también turbación en el Lugar de Lesaca, aunque está a la parte de acá del río, y dieron fuego a una grande porción de trigo, porque no viniese a poder del Francés, a quien publicaba vencedor los incendios de todos los Caseríos al contorno. Probaron también embestir a la otra parte del río; pero con muerte de un Capitán de Caballería fueron al punto rechazados del paso del Puente, que estaba presidiado. Luego baxaron a tentar el vado; pero como el río por ambos costados está estrechado con pendientes ripas, no permitía vadearse; y si por alguna parte se podía hacer con alguna contingencia, y estaba más fácil la entrada, los hacían retirar con mucho daño las descargas de los Paysanos, que mezclados con la Tropa estaban en un alto. Intentado en vano por el Enemigo el pasar el río, habiéndose mantenido quatro horas dentro del Lugar, saqueándolo, y pegándole fuego; se retiró, y llevó todas las tropas al Lugar de Sara, que es el más cercano de Francia. Y advirtiendo los Paysanos su retirada, furiosos por el saqueo, e incendio de sus Caseríos, salieron detrás: y alcanzando por atajos a la retaguardia, no obstante que se había alexado mucho, rindiendo la vida a su furor quince Franceses, heridos algunos, y obligando a los demás a una desordenada huída, y recobrando además de eso un barril de pólvora, que se había cogido entre el botín del Lugar, volvieron con tal qual satisfacción de sus menoscabos. Quando llegó a Pamplona la noticia de esta invasión, entresacando el Maestre de Campo General Redín a toda priesa gruesas guarniciones, y cogiendo de paso armados a los habitadores de tierra de Pamplona, y de los valles de Ulzama, y Santesteban, acudió prontamente a Vera, pero desvanecida la ocasión de una batalla, que parece se iba disponiendo, porque apenas hizo su deber el Enemigo, se retiró aceleradamente; guarneció para en adelante con más seguridad aquellos parages. Antes que éste llegase, fueron también retentados los de Echalar, que igualmente están a la otra parte del río: y por medio de un Trompeta les mandaron los Franceses la rendición con amenazas de que, si no venían en ello, los arrasarían a hierro, y fuego. Pero aunque flacos de fuerzas los de Echalar, ni por las amenazas de los Franceses, ni por el reciente estrago de sus compañeros afloxaron un punto de su constancia. Armados delante de la puerta de la Iglesia respondieron, que más, que todo, apreciaban la lealtad; y que, una vez que Redín había de abrasar el Lugar, si se entregasen; más conveniencia les tenía probar por leales la fortuna de la guerra, que perecer por cobardes con una ruina inevitable. Y, o sea que por el arrojo de la respuesta rezelaron mayores fuerzas, o sea que los contubo la fama, que había corrido de la venida de Redín, no pasaron adelante con las armas. Viendo a los de Vera despojados de sus bienes por el destrozo de el Enemigo, los admitió luego el de Vélez en el servicio, y fueron de grande utilidad en todo el tiempo del asedio [de Fuenterrabía]: pues furiosos siempre con el implacable rencor de su ruina executaron contra el Enemigo todo quanto puede inspirar una cólera a los que se hallan en la última infelicidad, y ven, que no les puede venir mal alguno, que ya no le tengan; ya haciendo de noche frequentes embestidas al campo Francés, ya cansándolos, con tenerlos desvelados continuamente en lo más ruidoso de la guerra; ya finalmente con varios pillages; porque pasaron de ciento los caballos, que les cogieron”.

Fernando Mikelarena

viernes, 6 de abril de 2012

BERA Y EL ABERRI EGUNA DE 1976. EFEMERIDES




El Aberri Eguna de 1976, primero tras la muerte de Franco, fue preparado conjuntamente por las organizaciones políticas vascas antifranquistas. Se eligió Iruñea como lugar de concentración, en un intento de vincular Navarra al resto del País Vasco – coincidiendo con el momento de transición política en la inclusión de Navarra, causaba polémica-.

La muerte de un industrial por parte de ETA provocó el alejamiento de los partidos que formaban parte de la asamblea democrática de Euskadi (Gobierno Vasco, PNV, ANV, PSOE, UGT, ELA y el PC). La otra reunión fue convocada para ir a Iruñea, y a la misma adhirieron: ETA VI ORT, EHAS, LAIA, LAB y LAK.

En ese día 18 de abril, Aberri Eguna, un comando de ETA compuesto por cuatro miembros sostuvo un enfrentamiento armado con la guardia civil en Bera, a resultas del cual resultó muerto Manuel María Garmendía Zubiarrain “Korta”, de 30 años de edad y natural del caserío Kortatu de Legorreta 6/6/1945, Bera 18/4/1976.

Korta, ejerciendo de mugalari se encontraba ayudando a pasar al comando por la zona de Larrun. A la altura del cementerio de Bera, la guardia civil les localizó disparando sobre ellos. Los disparos alcanzaron a Korta que murió allí mismo, resultando herido grave José Antonio Echeveste Arzuaga. El resto del comando pudo huir.

Korta, cuando tenía alrededor de dieciocho años comenzó a trabajar en un establecimiento de Arrasate y a militar a su vez en ETA, primeramente en el frente cultural y posteriormente en el militar. En sus comienzos estuvo relacionado con el grupo de Zumalde “El Cabra” hasta que cumplió el servicio militar en el año 1966, en el que se decantó por ETA V, organización en la que realizó algunas acciones.

En noviembre de 1968 detuvieron a su responsable y tras estar nueve meses escondido se refugió en Iparralde, lugar donde se había casado y tenía una hija, Ohiana. Allí empezó a trabajar en el matadero de Baiona, siendo despedido a raíz de su participación en una huelga de hambre en 1970. Estuvo deportado en Bruselas, lugar donde más echó en falta sus dos aficiones: los bertsos y la pelota.

En Iparralde la organización le dio la responsabilidad del comando Goierri, donde coincidió con Argala y Txikia. Posteriormente debido a sus cualidades físicas fue el organizador de aquellos que ayudaban a los comandos a pasar la muga.

Aurelio Gutiérrez Martín