domingo, 23 de junio de 2013

Cementerio de los ingleses en Bera. La tumba al soldado desconocido


En estos días que se cumplirá el bicentenario de la derrota de los franceses y el posterior incendio de San Sebastián el 31 de agosto del 1813 por parte del ejército aliado: español, portugués, inglés que tenía que liberarla, son diversos los actos conmemorativos que se van celebrar en la ciudad, siendo uno de ellos el convocado en el cementerio de los ingleses localizado en el monte Urgull.

Pues bien, en Bera también existió un cementerio conocido como de los ingleses, en el que reposaban parte de los militares ingleses que murieron defendiendo el puente San Miguel dentro de la conocida Guerra de Independencia 1808-1813. Este cementerio, se encontraba al lado de la parroquia y del primitivo cementerio, y gracias a la labor de investigación de Egoitz Tellechea Echepare (El cementerio de Bera de Bidasoa), conocemos que su desaparición fue a consecuencia de lo siguiente:

La Novísima Recopilación de las Leyes de España mandada hacer por Carlos IV recoge la Ley de Carlos III (9 diciembre 1786) que trata de los “Cementerios de las Iglesias: entierro y funeral de los difuntos”. En esta ley, el rey Carlos III manda que se observen las disposiciones canónicas sobre el uso y construcción de cementerios según lo mandado por el ritual romano. Como dato de mayor interés se menciona el hecho de que:

Se harán los cementerios fuera de las poblaciones, siempre que no hubiera dificultad invencible o grandes anchuras dentro de ellos, en sitio ventilados e inmediatos a las parroquias y distantes de las casas de vecinos, y se aprovecharan para capillas de los mismos cementerios las ermitas que existan fuera de los pueblos, como se ha empezado a practicar en algunos con buen suceso.

En Bera no empezaron a llevar a cabo el mandato real hasta la década de los 30 del siglo XIX. Los primeros proyectos de construcción de un cementerio apartado del núcleo urbano son de 1830, pero el nuevo camposanto tardaría todavía mucho en construirse pues, la falta de dinero por un lado y de voluntad por otro hicieron que la ejecución de la nueva construcción se demorara casi dos décadas.

La determinación para construir lo que las reales cédulas mandaban, fue el extremadamente serio toque de atención con visos de amenaza que un indignado comisionado, Sáenz de Tejada envía desde Pamplona al ayuntamiento beratarra, advirtiéndoles de las grandes sanciones económicas que pueden padecerse siguen en abierta desobediencia a la voluntad real, a la vez que le piden noticias sobre el proyecto y una pronta contestación.

Así pues, definitivamente, se procedió a edificar el cementerio nuevo pegado a la ermita de San Martín, cumpliendo con lo estipulado por la ley creada por Carlos III. Para este momento también se había empezado a aplicar el nuevo mandato sobre la conducción de cadáveres.

La nueva necrópolis se abrió en 1850 con el nombre de Cementerio público de San Martín. Aquella primera construcción ocupaba, aproximadamente, la mitad del espacio que el actual ocupa. Para construir el camposanto tuvieron que horadar la ladera de la montaña a cuyos pies se empezaba a levantar este. La cantidad de agua que del monte se desprendía a causa de los manantiales y riachuelos que en ella había y habían sido alterados trajo un sinfín de problemas a la hora de levantar las paredes, ya que, los corrimientos de tierra eran continuos. Esto se atajó definitivamente en 1900 con la tercera reforma del cementerio en la cual se procedió a canalizar y desviar las aguas que bajaban del monte.

Una vez abierto el cementerio se procedió a la repartición de parcelas. Esto se hizo tomando como base la disposición de parcelas que tenía el antiguo cementerio en la iglesia y sus jardines. Así, a todo aquel que tenía lugar de entierro en el viejo camposanto tenia también lugar en el nuevo, siempre que abonara los 30 reales de vellón correspondientes ante el párroco, que fue el encargado de gestionar todo lo que supuso el cambio de ubicación del recinto y su apertura.

Todavía hoy en día quedan restos y lápidas con el nombre de la familia y número de la parcela correspondiente.

El cementerio de la parroquia no quedó olvidado. Las familias todavía asistían a misa y se sentaban en los bancos ubicados sobre el espacio denominado “eser lekua”, pues allí todavía descansaban los restos de sus antepasados. De igual manera era atendido el cementerio que se encontraba en los actuales jardines de la iglesia y aunque algunas sepulturas se eliminaron por molestas, muchas seguían allí y gozaban todavía del recuerdo de sus familiares, que acudían a ellas comúnmente. Por ello, el ayuntamiento manda adecentar, quitar broza y arreglar algunas cosas en el antiguo cementerio en 1890 aludiendo a que era un lugar visitado y necesitaba estar bien cuidado.

Pronto quedo pequeño el camposanto nuevo y se procedió a instruir un expediente de posible ampliación del mismo. El expediente está fechado en 1894 y se da noticia del cementerio actual y de las posibles reformas que pudieran hacerse, así como de la orientación geográfica hacia la cual se situaría la nueva parte. El vecino D. Manuel Larumbe, presento una instancia al ayuntamiento contra tal idea ya que de producirse la reforma, su fábrica harinas San Martín sería derribada, como finalmente aconteció.

La queja del vecino no próspero y tras solicitar planos a diversos arquitectos se deciden por los que en 1895 firma el arquitecto Juan José de Aguinaga en Irún a 3 de junio. El proyecto se aprueba el siguiente año y en el 1897 se presenta un expediente para la formación de calles con el cementerio ampliada. Y se aprueban el nuevo Reglamento y registro. Se levantó así la segunda parte del camposanto, pero poco duro en pie. En 1900 una gran riada y sus correspondientes inundaciones, junto con la gran cantidad de tierra y agua que desde el monte caían, arraso el cementerio y daño seriamente la ermita de San Martin. El agua llego a sacar hasta cuerpos a flote.

Las facturas muestran que el de 1900 fue un año en el que el cementerio dio muchos gastos. Entre otras destacan las obras para levantar los muros derribados por inundación el 18 de noviembre de 1900 y la canalización de las aguas que bajan del monte. La factura definitiva de todas las obras es fechada el 24 de noviembre de 1900. En la recomposición y arreglo del cementerio y la ermita se tomaron en cuenta las nuevas disposiciones para la creación de cementerios.

En la parte central del cementerio, se encuentra una tumba conocida como la del soldado desconocido. Es un gran rectángulo que en su cuerpo primero se forma con losas unidas. Sobre este primer cuerpo encontramos ya una enorme piedra tallada que da forma al túmulo y lo cierra. La impresión general que da, es la de un enorme sarcófago. Rodea la tumba una reja de hierro forjado. Ningún ornamento más. Tiene un gran parecido con los monumentos funerarios del cementerio de los Ingleses de Urgull 

Esta tumba pudo haber sido desmontada del primer cementerio y vuelta a montar en el segundo. Es una incógnita. Hubo un tiempo en el que se decía que que la sepultura guarda el cuerpo de un soldado que murió defendiendo el puente de San Miguel. Y llevados por la fantasía popular, alguno le gustaría que bajo esa mole de piedra descansara el Capitán Daniel Cadoux, oficial de la Rifle Brigade del ejército británico, cuya memoria honra un monolito situado en el puente donde se dice que murió el 1 de setiembre de 1813. 

Aurelio Gutiérrez Martín.

lunes, 17 de junio de 2013

EL VALLE DE BAZTÁN DURANTE LA GUERRA DE LA CONVENCIÓN


En esta entrada resumimos un documento sobre la guerra de la Convención en Baztán que se encuentra en el archivo municipal del Valle y que fue recogido por José Maria Uriarte Ballarena para su publicación integra en el número 645 de Euskonews del año 2012, pudiendo descargarse de Internet.
En el archivo municipal de Baztan, en la caja 245, se encuentran documentos que cuentan el relato de lo ocurrido en el Valle y en Amaiur durante la guerra de Convención francesa (1973 – 1975). Se calcula que por efectos directos de esta guerra y sus consecuencias, en la población del Valle unas dos mil personas murieron o desaparecieron. El 24 de julio de 1974, será recordado como aquel día en el que los franceses y baigorrianos, atacando a través de los puertos de Otsondo, Izpegi y Berderiz conquistaron y ocasionaron la mayoría de las víctimas entre los vecinos del Valle de Baztan y el ejército español.

A continuación un resumen de los hechos más destacados en los documentos:

El Valle y Universidad de Baztan, luego que entendió, que una de las máximas de las revoluciones intestinas de la Francia, era la de aniquilar nuestra sagrada religión, de pervertir a ellas a otros reinos, y destruir sus gobiernos particulares, y políticos, conoció que de estos principios no dejarían de resultar grandes males, y especialmente, que llevando adelante sus perversos intentos no se dilataría mucho el rompimiento con la España…… 

Para ello alistó toda su gente desde la edad de 17 años, hasta la de 56, y en seguida la habilitó de armas, y municiones, para que estuviese pronta, y dispuesta para siempre que fuese preciso hacer uso efectivo de ellas, y para el mas arreglado, puntual, y cumplido servicio de S,M. y defensa de la patria , procedió por el mes de noviembre de 1792 , a la formación de un batallón, compuesto de 8 compañías de a 95 hombres, entresacando de los más robustos, y ágiles, de los comprendidos en la lista general, con su correspondiente oficialidad de coronel, teniente coronel, y de sargento mayor, cuyos empleos, conforme a sus privilegios, y usos antiguos tocaron por sus cargos al alcalde, y sus dos tenientes capitanes, tenientes, subtenientes, sargentos, y cabos.

Sin verificarse la declaración de la guerra, nos dieron los franceses un ataque por la parte de los Alduides el día 3 de marzo de 1793, que es el en que tuvieron principio las hostilidades, pero se les rechazó sin dejar adelantarse, y desde entonces, las mencionadas ocho compañías, juntamente con la corta tropa que arribó al Valle, defendieron su dilatada frontera.. 

Desde entonces hasta el día 24 de julio de 1794, mantuvo el valle a su costa, sin el menor gravamen del Real Erario, a toda su gente empleada, gastando de sus propios, inmensa cantidad, y lo mismo hizo la villa de Maya con la suya. Aunque el Valle, y la villa, se defendieron en el modo referido, sin dejar al enemigo, a invadir sus pueblos, padecieron sin embargo sus vecinos muchísimo perjuicio, por el considerable número de ganado de todo género, que les apresó, introduciéndose a ese fin en sus dilatados montes, cuadrillas de gente de pésima conducta, que abundaban los pueblos inmediatos del País Vascongado, yse echaron desenfrenadamente al robo, y pillaje, en cuyas operaciones se distinguieron los baigorrianos, como lo acostumbraban también en tiempo de paz.

No fue solo el daño insinuado el que experimentaron en la frontera, sino que también padecieron en el centro otros muy considerables, causados por nuestra propia tropa, y por el paisanaje que vino de la Ribera, y otras partes de lo interior del Reino, pues con mucho abandono, y libertad, usaron desaprovechamiento de cantidad de todo género de ganado, matándolo, así públicamente, como a privados, y lo mismo hicieron de los frutos, y producciones de las heredades, huertas, y árboles, y no menos exceso cometieron los soldados de a caballo, y los criados, y asistentes de los oficiales, en los funerales, o prados, cortando la hierba, y gastándola en parte de la manutención de sus caballerías, y demás caballerías, ahorrando por este medio las raciones de cebada, que les daba el Rey, la cual casi públicamente vendían a particulares. 

No es tampoco lo más lo relacionado hasta aquí lo que han padecido el Valle de Baztan, y la villa de Maya pues habiendo sido atacados por los enemigos la madrugada del dicho día 24 de Julio de 1794, desde luego ocuparon la dicha villa, y los Lugares de Errazu, y Arizcun, de modo que de estos tres pueblos, con el castillo del primero, estaban apoderados para las seis de la mañana, sin que se les hiciese más resistencia, que una muy corta, entre Arizcun y Errazu, después de ella no se trató más que de la fuga, trayendo los de la tropa en sus bocas la voz regular, y corriente en todo el tiempo de la guerra.

No se sabía con qué gente se nos atacó el dicho día 24 de julio, pero según las noticias que posteriormente adquirimos, por diferentes conductos, no era tanta que no se le pudiese resistir, pues además de los puestos ventajosos con que nos favorecía el terreno en varias partes, había en el valle, y en Maya pasados de nueve mil hombres, cuya cuenta se sacó por las raciones que diariamente se gastaban, Los franceses para las ocho de la referida mañana, enseguida ocuparon los pueblos de Elvetea, y Elizondo.

Los primeros pueblos, que experimentaron los efectos de la guerra, fueron los de Urdax, y Zugarramurdi. El primero de los dos fue invadido, ocupado, saqueado, y quemado por entero, con inclusión del Real Monasterio su parroquia de San Salvador, sus herrerías de labrar fierro, y molinos harineros, en el mes de septiembre del 93. Poco después les siguió igual suerte al segundo, exceptuando una porción alta de casas que quedaron libres del incendio, y los vecinos, y moradores de ambos emigraron, y se refugiaron, en la mayor parte, en Maya, Baztan, y Cinco Villas.

El terror, que la Convención francesa ocasionó en aquel Reino, con su jamás oída crueldad de aprisionar, y matar con la guillotina a millares, toda suerte de personas, empezando de las cabezas principales del Rey, y de la Reina, precisó ampararse en España, y en otras provincias, a muchísimas, y de ellas quedaron en Baztan a los principios, en bastante número, y después se les hizo internar en cumplimiento de las órdenes de nuestro soberano.

En consecuencia de una de las condiciones puestas por el dicho general en jefe, tomaron luego los aldudeanos, parte activa en las hostilidades contra sus compatriotas antiguos los franceses, formando para el mejor, y más puntual servicio de S.M. y defensa de sus hogares, una compañía, o batallón, compuesto de los hombres capaces de manejar la arma, el que posteriormente se realizó con mayor formalidad con el nombre de los voluntarios de Alduide.

Estando las cosas en el estado que se lleva expresado, el día 3 de Junio de 1794 dieron los enemigos un ataque formidable, en un mismo día, y hora, con el que consiguieron apoderarse del pueblo de Alduide, y de los puntos de Verderiz, Istauz, Elorrieta, Izpegui, Buztancelay, Larzabal, Ariete, y de las alturas de hacia Maya, haciendo varios prisioneros de la tropa, y del paisanaje, y cogiendo algunos efectos, entre cuyos prisioneros se llevaron la mayor parte de la oficialidad, y soldados del Regimiento de Infantería de Zamora, que a la sazón estaba en Verderiz, y sus proximidades. 

Desde que los franceses estaban en posesión de las alturas (que como se ha dicho las tomaron el día 3 de Junio de 1794) hasta el 24 de julio, que fue el del ataque, y ocupación del valle, hubo diferentes choques, o funciones, de las cuales, las principales fueron, dos, o, tres, en las cercanías de la ermita de San Gregorio, en los días subsiguientes al mencionado 3 de junio: en el mismo tiempo otras, en el monte de Larro, y a la parte opuesta de Santa Bárbara, que son derecha, e Izquierda de la villa, y castillo de Maya, y aunque también por el frente de este se presentaron enemigos, el fuego de los cuatro cañones del dicho castillo, los dispersaron, y acometieron, como queda dicho, por los flancos con el conocido designio de apoderarse de esa fortaleza, y de la villa, lo que no lograron por haber sido rechazados, matándoles alguna gente.

El día 10 de dicho mes de julio, estando a la sazón la Legión Real de los emigrados franceses apostada o guarneciendo el puesto llamado Arguinzu, fue sorprendida muy de madrugada por los enemigos, con tanto furor, que la destrozaron en mucha parte, perdiendo entre prisioneros, y muertos, más de cien hombres, y balidos aquellos de la muchedumbre, dispersándose por aquellos montes dilatados, cogieron, y llevaron mucho número de ganado de Baztan, yeguas, ovejas, cabras y cerdos, en cuya pérdida, fueron comprendidos principalmente los vecinos del lugar de Irurita. 

Cuando los franceses se apoderaron de las alturas el dicho día 3 de Junio de 94, estaba mandando en el Valle de Baztan, y línea del centro, el teniente general Don Josef de Urrutia, en cuyo mando subsistía desde mucho antes por haber sucedido al sobre dicho Don Juan Gil, que se retiró por una indisposición, y subsistía también cuando el ataque del 24 de Julio. 

Los hechos relacionados, y la retirada, o fuga extraordinaria de nuestro ejército, hasta el lugar de Almandoz, sin reunirse siquiera en Irurita, o Zuraurre como fácilmente, y sin ningún peligro pudo, como con repetición queda antes advertido, agregándose la disposición en que veían, de continuar también mas adelante su marcha, dieron fundamento a los patriotas, y a otros muchos de fuera, para sospechar, y confirmarse, que algún impulso oculto, era el origen del abandono del Valle.

En este viaje, la noche del 23 al 24 de julio, se hallaba en Elizondo, y con la novedad de la mañana de este último día, se retiró a Almandoz, después de expedir sus órdenes al general Urrutia, para que obrase, según los conocimientos militares que tenía adquiridos en su larga estancia, las que no causaron otro efecto, que el de seguir también todo el ejército, hasta el dicho pueblo de Almandoz, dejando a discreción del enemigo todo el valle, y los inmensos vienes de sus naturales.

Este es el estado sustancial en que se hallaban las cosas el expresado día 24 de Julio de 1794, pero el ataque, y ocupación del Valle de Baztan, y villa de Maya, proporción a los franceses la continuación de sus progresos. Y visto que nuestro ejército se retiró a Almandoz, y de allí a la banda de acá de los montes de Velate; una parte de su gente despacharon por las montañas en el mismo día, hacia Vera, y con las demás, en los siguientes, ocuparon los valles de Vertizarana, Santesteban de Lerin, y otros diferentes de su contorno.

La enunciada villa de Vera, por la cara o lado que mira a Francia, estaba defendida con fuertes Baterías, y cantidad de tropa, y no podían los enemigos penetrar, pero con el dicho refuerzo, acometiendo por la espalda lograron también luego su conquista, como se ha dicho, el referido día 25 de julio, y enseguida la de las cuatro villas restantes de Echalar, Lesaca, Yanci, y Aranaz, apoderándose al mismo tiempo de gran porción de artillería, y cantidad de municiones de guerra, y boca, con cuyo hecho quedaron así a buena discreción del enemigo, las maderas que estaban conducidas, en los años pasados, a las márgenes del río Bidasoa, de los valles de Ulzama y otros de este Reino, para la Real Armada de S.M., que así bien era muy considerable. 

Conseguida la ocupación de los mencionados pueblos, se dirigieron a sobre Irún, a cuyo pueblo, baterías, y fuertes, con que estaba guarnecido, atacaron con tanta fuerza, por su frente, y costados, que dentro de algunos días lograron igualmente su rendición, cogiendo mucha parte de la inmensa artillería que lo defendía, y los almacenes que había de todo género; lo mismo ejecutaron con la ciudad de Fuenterrabía, y otros diferentes pueblos de la provincia de Guipúzcoa, hasta Tolosa, Azpeitia, y Azcoitia inclusive; todos ellos tomaron en fuerza de armas, pero la ciudad de San Sebastián, cabeza, o capital de la misma provincia, se les entregó.

Desde los principios de la guerra, hasta el dicho día 24 de julio del 94, han sido muertos por los enemigos diferentes vecinos, y naturales del Valle, y de la villa de Maya: el primero que le tocó la suerte fue Thomas de Argain, vecino de Almandoz, que fue muerto de bala, en el monte de Arguibel, antes que Alduide se sometiese a la dominación española. El día del ataque de la Banca murió o le mataron, a Isidro de Aldalurra, vecino de Zuaztoy en Azpilicueta. 

Algún tiempo antes de dicho día 24 de julio mataron a Juan Martín de Iribarren, vecino de Maya: Thomas de Baquedano, vecino de Errazu, poco antes o después tuvo igual suerte. El mismo día 24 de Julio, fueron muertos Juan, y Pedro Josef Linzuain Miguelicorena, padre e hijo, dueños de Salaberria de Errazu, Juan Thomas de Latadi, dueño de Echetoa de Oronoz: Francisco, alias Ezpain de Arraioz, y Juana Maria de Arguinarena, dueña de Dorrarena de la Banca, fueron prisioneros Jaime de Larrachea, Juan Josef de Elizalde, Juan de Plaza, Juan Bautista de Barreneche, Fermín de Urdaniz, Juan Miguel de Mortalena, y Josef de Irungaray, todos de Lecaroz. Juan Francisco de Yturralde vecino de Arraioz, un hijo de la casa de Gamiochipia de Irurita. El casero de la casa de Archeberrorena de Elizondo, el criado de la casa de Margaritarena del mismo, y el de la de Gaztelua de Elvetea, que todos iban de bagaje el expresado día, conduciendo las municiones, cuyos Prisioneros, que en todo componían doce hombres, fueron canjeados cosa de tres meses después, con otros tantos baigorrianos, que nosotros teníamos en la misma calidad de prisioneros. Subsistían en el día en Francia los tres mozos de Errazu, cogidos cuando la sorpresa del reducto de Larzabal, y son los hijos de Yturraldea, Mariscorena, y Echeberria de Gorostapolo, y dos pastores del mismo pueblo, que antes llevaron los franceses.

El día 3 de Junio de 94 en que atacaron los enemigos, y recobraron a Verderiz nos llevaron a León Pélope de Maritorena, Juan de Nicolaurena y a Juan Bautisa de Inda, vecino y naturales de Lecaroz, un habitante de Elizondo llamado Diego, un hijo de la casa de Jaimerena del mismo lugar, uno de Oronoz, con otros tres más, dos de ellos del mismo pueblo, y el tercero ignoro de cual. Y el dicho día 24 de julio llevaron de las avanzadas al dueño de la casa de Aldecoa de Ziga, y al de la de Arguinarena de Gorostapolo, y todos estos sujetos también se mantienen prisioneros, menos el ultimo que ahora poco vino de Francia. 

La suerte, que tuvieron el Valle de Baztan, y la villa de Maya, el referido día 24 de Julio, acarreó a sus gentes, a mas de la pérdida de sus casas, y vienes muy fatales consecuencias. Emigraron de resulta de la entrada del enemigo, cosa de seis o siete mil almas de ambos sexos, y de todas edades, se refugiaron de pronto, en numero crecido en los valles, y pueblos más inmediatos, después de pasar los montes comúnmente llamados de Velate, y otros muchos, continuaron hasta esta ciudad de Pamplona, y a otras poblaciones del interior. Aunque sus desgracias, y la precisión, que tenían de amparo, los hacia dignos merecedores de ser tratados benignamente, y recibidos con amor, y caridad, experimentaron en la mayor parte, todo género de baldones, ultrajes, y tiranías.

No se ha librado el clero del Valle, y Maya de experimentar también por su parte alguna extraordinaria violencia. A luego que se refugiaron a esta ciudad, a resulta del ataque y ocupación de aquel país, sin embargo del justo motivo que les obligó a buscar este asilo; se hallaron con la impensada novedad de haber mandado su superior ordinario, por un edicto público, que no se les permitiese celebrar el santo sacrificio de la misa sin su licencia especial, lo que les precisó a renovar las que tenían de antes, y subsistían en pie. Pasado largo tiempo, fueron interpelados los párrocos por el provisor, en vida del Itmo obispo ultimo de esta Diócesis, para que diesen por éxito, las causas, por qué se mantenían ausentes de sus respectivas parroquias, con lo que cumplieron puntualmente y habiendo sobrevenido a su Ilustrísima. 

Ahora también han traído un baztanes, o unos baztaneses, cuando para uno, que haya sucedido de aquel Valle, lo menos veinte eran de otros valles, y pueblos. En un gran número semejante de prisiones cogidos por sospecha de espía, no se ha encontrado culpado a ningún baztanes; uno de fuera de él ha sido castigado con pena capital, y dos, el uno natural de Urdax, o Zugarramurdi, y otro de Alduide, se teme tengan igual suerte:. Ni se probará, que ni un solo paisano del valle haya hecho la villanía de tomar la arma a favor de los franceses, y contra sus compatriotas; y es constante , y evidentemente cierto que una gran parte del ejercito contrario, el dicho día del ataque 24 de julio, se componía de los baigorrianos, y de otros pueblos de Labort, y que vinieron vestidos con el traje regular, que acostumbran llevar en su país, que eran los que no menos guerreaban , y como veían los nuestros, la similitud del vestuario de los baztaneses, levantaron la falsedad insinuada de que estos hicieron un cuerpo con los enemigos. 

A muy breve tiempo después de la emigración, empezaron a manifestarse otras resultas no mejores, que en parte obligaron a olvidar lo pasado por muchos baztaneses, y de los demás pueblos ocupados por los enemigos empezaron a enfermarse, descubriendo los efectos del susto, cansancio, revolución de humores, y otros trabajos que tenían padecidos, y experimentaban en la actualidad, y a morir la mayor parte de los que adolecían, y habiendo proseguido con incremento hasta el presente, ha fallecido considerable número, de modo que en el día faltará más que la tercera parte, y cerca de la mitad de la gente, a cuya excesiva mortandad, no habrá dejado de contribuir mucho la indigencia de los más para sustentarse, y abrigarse debidamente, la novedad de la falta de camas, los cubiertos incómodos, y los grandes fríos, y humedades del invierno último, que lo ha sido muy rígido, habiendo vivido antes en sus casas, socorridos de buenas camas, lumbre, y demás utensilios indispensables para la vida humana. 

De resulta de la ocupación de Baztan, Maya, Vertizarana, Santesteban de Lerin, y de los demás pueblos de Navarra, y Guipúzcoa en los meses de julio, y agosto de 1794, como queda expresado, lograron los enemigos posiciones muy más ventajosas, que las que tenían hasta entonces, para proporcionar, y conseguir nuevas conquistas, y así el día 16 de octubre del mismo año, dieron en toda la línea de este reino, otro ataque con todas sus fuerzas, logrando apoderarse de las dos reales fábricas de municiones de Orbaiceta, y Eugui, de los pueblos de Roncesvalles Burguete, Espinal, valles de Erro y Esteribar, villas de Lanz, y Ostiz, valles de Ulzama, Anué y de otros pueblos, y valles. En el punto de Lecumberri mandaba el teniente general Don Josef de Urrutia, quien después de haber contenido al enemigo, superior en fuerzas por algunas horas, tuvo que replegarse a otro pueblo de más acá. En Ulzama mandaba el Mariscal de Campo Don Gaspar Paternó, y en Lanz, el teniente general Don Francisco Orcasitas. 

Ya se deja dicho, que muchos de los emigrados de Baztan, y Maya, con motivo del ataque, y ocupación de 24 de julio, se ampararon en el valle de Ulzama, y en otros valles, y pueblos más inmediatos, y subsistiendo en ellos , cuando se verificó el del día 16 de octubre experimentaron la nueva desgracia de caer en manos de los enemigos, una gran parte, con sus muebles, y porciones de ganado, viéndose, de este modo, como esclavizados, entre los vencedores , sin arbitrio para fugar, con reserva de sus efectos, y llegada la estación de la recolección del fruto de maíz, que dejaron sembrado en sus heredades, consumidos ya los más, sus pocos haberes para atender a su ulterior manutención, finalizado el verano, y tiempo de emplearse en los trabajos, para ganar con que sustentarse, previsión consiguiente del aumento de sus trabajos, y miserias, les impulsó, juntamente con otras varias consideraciones, a retirarse a sus hogares, a muchos vecinos, habitantes, y moradores, y así pasaron a aquel país, pero otros quedaron sin tomar esta resolución. Han regresado también después acá en varios tiempos, y especialmente en la estación presente, que es la de sembrar el maíz. 

Desde la expresada retirada, permanecen en los mismos puestos, y se sabe con seguridad, que durante el invierno han padecido una enfermedad, y mortandad muy considerable, de modo que según confesión echa a un vecino de Baztan por uno de los principales del ejercito francés, ascendían a veinte y dos mil hombres, los que faltaban en toda la línea de Navarra, y Guipúzcoa, desde la dicha retirada. 

Cuando conquistaron los franceses aquel pueblo, emigraron muchas personas, y algunas familias de él a Baztan, y de resulta de haber ocupado los mismos este valle, los peores para robar los bienes, y ganados de sus vecinos fueron los tales adéudanos, y se sabe que posteriormente han continuado en los propios excesos, así en Baztan, como en otras partes de este reino, y que en ninguna parte de la montaña, hay tanto ganado como en Alduide, y todo adquirido por el insinuado indebido medio. Y que haciendo un cuerpo con los enemigos no tenemos peores contrarios que ellos; pero deben aceptarse de esta clase algunos pocos, que constantemente se mantienen emigrados, y la poca gente que compone la compañía de los voluntarios de dicho pueblo

Los baigorrianos han dado también nuevas pruebas de su perversa conducta, pues han ejecutado muchos robos, y otros excesos en los pueblos conquistados uniéndose en cuadrillas, y dispersándose en caminos, caseríos, y bordas, y los mismos han robado, y muerto a puñaladas a Thomas de Iribarren dueño de la casa de Echetoa de Arizcun, en el puesto llamado Orobidea. Los lugares de Zilbeti e Yragui, y varias bordas, y casas del valle de Erro, han saqueado, y llevado grandes porciones de ganado, y muebles, y no se ignora, que estos excesos han ejecutado por solo su antojo, y particular provecho, hasta hoy 28 de abril de 1795. 

Arizcun 10 de Agosto de 1795
Aurelio Gutiérrez Martin