martes, 27 de agosto de 2013

MODESTO CENDOYA BUSQUETS


Modesto Cendoya Busquets, arquitecto conservador de la Alhambra de Granada entre los años 1907-1923, nace en Vera de Bidasoa a finales del año 1856. Sus padres fueron; José María Cendoya Aramburu (1818) y María Luisa Busquets Bull (1820). José María había nacido en Tolosa, y en Pasai Donibane contrajo matrimonio (1846), con María Luisa. Fruto de este matrimonio tuvieron cinco hijos, José (1848), Antonia (1850) y Juana (1852), nacidos en Pasai Donibane, mientras que Anselmo (1854) y Modesto nacieron en Bera.

José María Cendoya con el motivo de ocupar el cargo de empleado en el horno alto que se construyó sobre la antigua ferrería de Olandia, se desplazó de Pasai Donibane a Bera a trabajar en el año 1853, siendo su residencia la casa llamada “Juanisenea”.

Modesto, junto con su hermano Anselmo estudió en Madrid en la Universidad Central, Facultad de Ciencias durante los cursos 1870-1874, residiendo mientras tanto en la calle Fuencarral. Posteriormente, se tituló en arquitectura en la Escuela Superior de Madrid en el año 1885.

En este mismo año llegó a Granada, para trabajar en sus comienzos en la reconstrucción de los pueblos afectados por el terremoto de Alhama. Desde su cargo como arquitecto municipal, puesto que ocupó hasta su jubilación en le año 1927, dirigió diversas obras, siendo en sus inicios, el trazado para la apertura de la Gran Vía de Colón (1891) su proyecto de mayor envergadura.

Como profesional privado, la adscripción estilística de sus obras responde a los esquemas formales de principios de siglo moviéndose entre el eclecticismo del Hotel de París (1907) y el historicismo de carácter neoárabe, o la fachada de la Casa Consistorial (1910), a su favor es la aparición de un Patio de los Leones en el pabellón de España en la Exposición Universal de Bruselas (1911), etc.

Es autor del proyecto de la Azucarera San Isidro, desarrollado el año 1901 y ampliado en el año 1920 por Felipe Giménez. También participó en el proyecto de la construcción del edificio del Centro José Guerrero, llevado a cabo por Indalecio Ventura Sabatell, así como en la conocida como “La Casa de la Perra Gorda”.

Colaboró como técnico municipal, y formando parte como arquitecto y vocal técnico junto al ingeniero Julio Moreno en el nacimiento y origen de la Sociedad Sierra Nevada, (1912 – 1928).

Es destacable también por parte de Cendoya su participación en la dirección y construcción del hotel Alhambra Palace junto al arquitecto inglés Mr. Lowet. Esta fue la persona que realizó los primeros planos del proyecto y cuya construcción se llevó a cabo en los bosques de la Alhambra, en un paraje desde donde se domina toda la ciudad de Granada. El hotel Alhambra Palace comenzó a construirse en el año 1905, siendo inaugurado por el rey Alfonso XIII el último día del año 1909.

La faceta más interesante de Modesto Cendoya, coincide con su nombramiento como director de la Alhambra, por Real Orden del 1 de mayo de 1907, cargo que ocupó es sustitución de Mariano Contreras (1890-1907) hasta su destitución en 1923. Su cese fue motivado bajo la acusación de desidia y de ser el causante de numerosos e irreparables destrozos arqueológicos y por todo ello fue destituido por el Director General de Bellas Artes Sr.Weyler en febrero del año 1923.

Fue reemplazado en la dirección y conservación de la Alhambra por Leopoldo Torres Balbás (1923-1936), cerrándose así la etapa más conflictiva de la historia contemporánea de la Alhambra.

A su vez, Torres Balbás, fue cesado el 25 de agosto de 1936, por orden del coronel Basilio León Maestre, Comandante Militar de Granada, que sustituyó al asesinado general Campins, tras el golpe de estado consolidado en Granada el 21 de agosto. En octubre de 1936, se le abre un expediente por Responsabilidades políticas, siendo acusado de ser simpatizante del Frente Popular, por lo cual es depurado políticamente y destituido como Arquitecto Director de la Alhambra. En su momento se denunció a Modesto como uno de los inductores de esta destitución.

Nuevamente, en agosto del 1932 Modesto Cendoya fue nombrado director Provincial de Bellas Artes de Granada.

La destitución de Modesto Cendoya en su cargo como Director Arquitecto conservador de la Alhambra de Granada, vino acompañado de una fuerte controversia, tanto local como a nivel nacional, muestra de ello es el contenido de la carta que se publicó el 24 de febrero de 1923 en el periódico la Época:

“Inopinadamente ha sido destituido de su cargo el arquitecto conservador de la Alhambra, don Modesto Cendoya. Protestas llegadas de Granada, de Centros y personalidades de solvencia cierta, dan idea de la sorpresa y el disgusto que el brusco relevo ha determinado. Y en fe que es significativo que todos cuantos conocen de primera mano el problema, se prenuncien en favor del funcionario sustituido.

No se olvide que el señor Cendoya, arquitecto de brillante historial, recibió la Alhambra, hace años, poco menos que en ruinas, y que él la devuelve ahora consolidada, mediante eficaces exploraciones arqueológicas.

Es probable que entre los servicios prestados por el señor Cendoya a la bellísima joya de nuestro arte arábigo se cuenten algunos yerros. Si existen, debieran señalarse, porque es el caso que en una interviú celebrada por el director general de Bellas Artes, señor Weyler, con un periodista granadino, el único reproche que pudo formular a la labor realizada por el señor Cendoya fue éste: que el arquitecto-conservador reintegraba al Tesoro público algunas cantidades de las consignadas para las atenciones de la Alhambra.

Esto, que, desde luego, demuestra una honradez exquisita, una gestión económica de ejemplar austeridad, pudiera indicar al propio tiempo, sin duda, que el señor Cendoya descuidaba el estudio de nuevas obras. Pero si esto es así, habría que señalarlo con diafanidad, para que la destitución del ilustre arquitecto aparezca ante la opinión pública plenamente justificada.

Y no queremos razonar por nuestra cuenta. Nada tendría, en cuanto a la persuasión del lector, la fuerza de los hechos que vamos a aducir. Su enu- meración, siquiera sea muy incompleta, compondrá una hola de servicios diurna de la mayor consideración. Veamos, pues, que ha hecho el señor Cendoya como arquitecto-conservador de la Alhambra. Entra otras cosas, las siguientes:

Construcción de todo el alcantarillado de la Alhambra y saneamiento general; obras que llevaron al estadio de los desagües exteriores y arreglo del estanque de las Damas. Restablecimiento de toda la red de cañerías para el surtido de las fuentes del Palacio y sus desagües. Recalzo de la fachada Oeste del Salón de Embajadores y del tramo de muralla que une la torre de Comares a la de Machuca. Recalzo de los cimientos del cuarto Dorado y del Oratorio. Consolidación de la torre de las Damas, del patio del Harén, del muro intermedio de las galerías y de Machaca, de la torre del Cadí y de las torres llamadas de las Pañales. Arreglo de todas las solerías. Desmonte en la Alameda de Santa María para llegar a su primitivo plano, descubriendo los canales, albercas y fuentes murales de los jardines primitivos. Desmontes en el Portal bajo, de las cuadras de Mondéjar y de todo el camino cubierto en el recinto de la Alhambra, desde la Torre de los Picos, hasta la del Cabo.

Desescombro del patio de la Alcazaba, de la torre de las Armas, rampas exteriores, etc. Como se ve por este índice rapidísimo, el señor Cendoya ha venido atendiendo por igual las obras de saneamiento y las de fortificación. Veamos ahora los descubrimientos arqueológicos, llevados a cabo: de las Torre de Siete Sellos y de las Cabezas; de la pintura de moros de la Torre de las Damas; de la interesante escalera que llega hasta la ribera del Darro, pasando por las Torres del Peinador; de todas las edificaciones que formaban la Maestranza del a Alcazaba, y entre ellas, los baños, la panadería, los hornos de forja, la mazmorra, etcétera; del patio anterior al del Mexuar en comunicación con la Puerta del Bosque, y como resultado de todo esto, una infinidad de fragmentos de cerámica de diferentes épocas, y objetos de diversa índole y alto valor artístico.

No tenemos por que desconocer que don Modesto Cendoya ha demostrado poseer mayor competencia como arquitecto, que sensibilidad como artista.

A las exigencias de su técnica profesional, ha sacrificado, según parece, algún aspecto parcial del monumento: así, las talas del bosque, por ejemplo, no siempre necesarias seguramente. Y en toda sugestión ha presidido, en efecto, un criterio de restauración arqueológica mas que de conservación artística, Pero no olvidemos que el problema de la Alhambra, antes que ningún otro de estética pura, era simplemente de de ser ó no ser.

La Alhambra se venía abajo inevitablemente. La condición frágil de su fábrica la condenaba a una muerte inmediata Sobre los reblandecidos cimientos, las piedras amenazaban caer deshechas en polvo. La yedra, sobre los decaídos muros que se cimbreaban, era como el abrazo de una muerte segura... El señor Cendoya pasó los días de claro en claro, y las noches de turbio en turbio, para estudiar los múltiples problemas que había que atender, a fin de salvar el monumento.

Estudió trabajos particulares, que podían proporcionarle pingües beneficios, y se dio por entero, con el máximun de su actividad, a la Alhambra.

Y la Alhambra no se hundirá ya. Si en la Dirección General, de Bellas Artes se ha creído que el señor Cendoya no ha tenido el acierto por compañero inseparable de su gestión, fácil hubiera sido la creación de un organismo que sir viera de garantía para que la iniciativa del arquitecto no cediera en perjuicio del arte. Lo que no ha debido hacerse, es desposeer de su cargo al señor Cendoya, airadamente, sin consideración alguna, entregándolo inerme a la crítica indocta. Sin interés personal en el asunto, nada nos importaría, en último término, el cambio de arquitecto, si el nuevo que haya de nombrarse, reúne las condiciones apetecidas. Porque sería realmente lamentable que el cese del señor Cendoya, que, discutible o no, significaba un programa y un plan, inicie una nueva etapa de ensayos, de indecisiones, de idas y venidas, le vueltas y revueltas...”

Sobre la obra en general de Modesto Cendoya, el crítico José Álvarez Lopera, nos declara que: “su la reputación, era sólida pero no tenía especiales conocimientos de arte musulmán ni había realizado hasta entonces trabajos de conservación en monumentos.

Hombre de fuerte carácter y bastante ladino, contaría durante los años que permaneció en el recinto (1907-1923) con el apoyo de la mayor parte de las instituciones granadinas, de un sector de la prensa (especialmente del Noticiero granadino, cuyo director, Juan Echevarría, había realizado la restauración del Oratorio de la Madraza) y, sobre todo, de los dos caciques locales, La Chica y Rivas. A lo largo de este período acabó por convertirse en el estandarte del bando de los restauradores. Tenía, como ha señalado acertadamente Prieto-Moreno, una "visión sintética del monumento". Para él, las diversas partes del recinto estaban conectadas indisoluble y matemáticamente, de tal modo que un descubrimiento (o la resolución de un problema) llevaba inexorablemente a otro.

De acuerdo con esta teoría tenía el convencimiento de que era posible "reconstruir" la Alhambra, llegar a su reconstitución tal y como estaba a finales del siglo XV. Por eso acostumbraba a comenzar una obra y no terminarla (cada vez que iniciaba alguna le surgían problemas que no podía resolver hasta realizar otras investigaciones), le estorbaba el arbolado (que para él sólo servía para enmascarar las líneas arquitectónicas del recinto impidiendo "la consideración de la Alhambra como fortaleza") y no le importaba librarse a reconstituciones como la reedificación del tramo de muralla de la Torre del Cadí.

Lo que entonces se llamó su "manía arqueologicista" está también en la base de sus actuaciones más sonadas (como los desmontes de terreno del Partal y de la Alamedilla, a la búsqueda de los niveles originales) y en la de sus más notorias inhibiciones, ya que Don Modesto, tan proclive a emprender investigaciones o restauraciones (algunas no poco engañosas y con su pizca de fantasía) se negaba en cambio sistemáticamente a actuar en zonas que como la Galería de Machuca, el Patio del Harem o el Convento de San Francisco, estaban en peligro de hundimiento y necesitaban obras de consolidación”.

Modesto Cendoya, con una reconocida inexperiencia en lo concerniente a la arquitectura hispano-musulmana, y sobre todo respecto a la gestión y conservación de conjuntos monumentales, su paso por la Alhambra se caracterizó por el enfrentamiento con los sucesivos organismos encargados de su custodia, dado el intenso afán restauracionista del arquitecto y su pasión por la Alhambra arqueológica. Precisamente, en sus polémicas reconstrucciones y reposiciones de adornos contó con la colaboración de Antonio Santisteban, director del taller de restauración de la Alhambra, que habría de ejecutar el sorprendente patio del pabellón de Bruselas.

La ausencia de rigor arqueológico en sus construcciones historicistas se compensa con una cierta contención al aplicar elementos de procedencia hispano-musulmana, generalmente neonazaríes, y moviéndose bajo parámetros próximos al regionalismo. Su vinculación con determinados miembros de la burguesía granadina le reportaron encargos donde desarrolló esta vertiente cuyas fuentes bebió directamente del monumento a su cuidado.

Aurelio Gutiérrez Martín

miércoles, 7 de agosto de 2013

PABLO MARTIN SANCHEZ, El anarquista que se llamaba como yo.


Pablo Martín Sánchez, escritor catalán, graduado superior en Arte Dramático, licenciado en Teoría de la Literatura Comparada y máster en Humanidades, es el autor del libro “El anarquista que se llamaba como yo” cuya primera edición ya agotada con 4.000 ejemplares se publicó en noviembre de 2012 y en cuya portada aparece una foto antigua de la calle Alzate.

La lectura de este libro, al igual que la de este otro de Pío Baroja “La familia de Errotacho” publicada en el año 1932, son de lectura obligada para conocer entre la realidad y la ficción, los sucesos acontecidos en Bera en la intentona de carácter revolucionaria de noviembre de 1924.

A resultas de los enfrentamientos en Bera, murieron dos guardias civiles y dos revolucionarios anarquistas, siendo detenidos unas dos docenas más de ellos. De entre los detenidos, fueron condenados a muerte tres, entre los que se encontraba Pablo Martín, que en su día tuvo que huir a Francia a resultas del asesinato de un gerente de Altos Hornos. Pablo encontró la muerte a diferencia de sus otros dos compañeros que la encontraron en el garrote vil, tirándose por una ventana al patio de la prisión cuando era conducido a una muerte idéntica a la de sus compañeros.

En la contraportada del libro, podemos leer: 

“En 1924 era condenado a garrote vil el anarquista Pablo Martín Sánchez, acusado de atentar contra la dictadura de Primo de Rivera. Su homónimo, el escritor Pablo Martín Sánchez, busca, en esta inquietante novela, reconstruir su historia. A través de la vida del personaje y de su mundo, asistimos a momentos capitales del devenir de la Europa contemporánea, como el nacimiento del cine, el movimiento anarquista en París y en la Argentina, la vida de relevantes intelectuales exiliados en Francia, la Semana Trágica de Barcelona o la crispación social del viejo continente en la época de entreguerras. El lector, con el ánimo en suspenso, asistirá atónito al destino que aguarda al protagonista. Sus aventuras y desventuras lo mantendrán atrapado en una trama apasionante y difícil de olvidar”.

Aurelio Gutiérrez Martín